Portada de Amor se escribe sin hache
Fuente | Go Mag
De todos los sucesos extraordinarios con los que uno se topa según avanza el tercer milenio -¿o era el cuarto?- de nuestra era, uno de los más sorprendentes es la recuperación que una editorial tan posmoderna como Blackie Books está haciendo de los maestros del humor clásico español, que comenzó con Ramón Gómez de la Serna y su El incongruente y que ahora entrega, por partida doble, una (gratísima) puesta al día de Enrique Jardiel Poncela, con Amor se escribe sin hache y La tournée de Dios. Y no menos alucinante resulta que una revista tan (pretendidamente) cosmopolita y ultramoderna y musical -sobre todo- como Go Mag se haya deshecho en elogios hacia tan extraña iniciativa. Escribe Álex Gil:
"Blackie Books y el absurdo. Así titularía esta columna. Lo resumiría todo rápido y bien. La fanática labor emprendida por la jovencísima editorial, que en poco más de un año de vida ha configurado un catálogo de lo más cuidado y sugerente, la ha convertido en imprescindible. Al menos hasta que llegó el absurdo. [...] 'Una especie de dadá sin escuela', así define David Trueba el humor de Jardiel en la presentación de Amor... Esa ironía se muestra en episodios hilarantes y transgresores, giros sorprendentes para el lector, al que interpela el autor desde el texto y en el cual añade acotaciones teatrales, notas al pie sin sentido, anuncios, ilustraciones...
Amor se escribe sin hache es una parodia de las novelas románticas. En ella nos cuenta las desventuras que ha de pasar Elías Pérez Seltz, alias Zambombo, debido a su amor por Sylvia Brums. Una relación condenada desde el principio, en la que el protagonista cree desesperadamente y que le llevará a vivir viajes, duelos, y situaciones de lo más inverosímiles.
En La tournée de Dios conoceremos al insigne periodista Perico Espasa y al escritor Federico Orellana, y la que será su futura mujer, la actriz teatral Natalia Loizán. Dios no aparecerá hasta la página 170, y lo hará en un cerro cerca de Getafe. Espasa y Orellana entablarán amistad con él, un dios humano, también desilusionado, al que le gusta el dolor, que no aparece reflejado en las fotografías y no hace milagros.
'Si leyéramos a Jardiel como un autor de ahora sería un autor modernísimo', defiende Jan Martí, su editor. Y le damos la razón. Los dos libros son modernísimos (en el buen sentido del término), encantadores (¡atentos a las espectaculares portadas de Jonathan Millán!) y absurdos. Y además de todo eso, hacen gala de buen humor (¡atentos al libro de Miguel Noguera!). Así, editar a Jardiel, comprarlo, leerlo incluso, no deja de ser todo un prodigio para los tiempos que corren. Un desvarío irreverentemente divertido. Desde aquí nuestro aplauso".
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