Juan Torres López
Fuente | Alandar
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, consultor y asesor de gobiernos y organizaciones internacionales, interviene en foros y seminarios de divulgación económica y análisis. En una reciente entrevista concedida a la revista Alandar proponía, sin ánimo de ser exhaustivo, las siguientes alternativas para salir de la crisis actual:
"La crisis es del sistema y las soluciones han de situarse fuera del sistema actual. Enumeraré algunas. Poner el sistema financiero al servicio de la economía productiva de bienes y servicios. Evitar que se especule con un bien necesario como es la vivienda. Facilitar créditos a bajo interés a las empresas y ciudadanos. Imponer topes al beneficio y restablecer el valor social de los impuestos. Subir los salarios reales, manteniendo la capacidad de compra y la productividad. Crear un auténtico sistema fiscal internacional y mecanismos mundiales de redistribución de la renta. Acabar con el régimen de plena libertad de movimientos del capital que arruina economías de países enteros, produce crisis locales y globales, no ayuda a la producción de bienes y servicios y sólo produce beneficios a los propietarios del capital. Establecer un sistema basado en la plena cobertura de las reservas bancarias y evitar que con el sistema de reservas fraccionarias la banca tenga el privilegio monopolista que alimenta la deuda, engorda la actividad especulativa y atribuye a los banqueros tan ingentes beneficios y un poder que chantajea al Estado. A la crisis no le pueden hacer frente sólo los gobiernos de los países ricos, sino que es necesario crear un gobierno mundial plenamente democrático, alejado de los lobbies y grupos de poder actuales. Y es cuestionable el papel del dólar como moneda dominante en la economía mundial".
No está mal, para tratarse de una única respuesta. Y sirve para certificar que no son precisamente ideas lo que escasea para sacarnos del pozo socioeconómico en el que nos encontramos. Lo que escasea es la determinación de los únicos que pueden ejecutar las medidas enumeradas más arriba, y la dificultad estriba en que quienes tienen el poder de relanzar la economía mundial andan demasiado atareados con cuestiones particulares: solo se acordarán de nosotros a la hora de votar y cuando vuelvan a necesitar nuestros (escasos) recursos para disimular sus carencias.
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