23 ene 2011

La obra o la vida


Viene de antiguo el debate acerca de si en un artista la vida y la obra son un todo indivisible o van cada una por su lado. Se intensifica dicho debate en aquellos casos en que una mancha vital ensucia una impoluta trayectoria artística. Y eso es precisamente lo que ha sucedido en los últimos días en Francia en torno a la pertinencia o no de celebrar de manera 'oficial' el medio siglo de la desaparición de Louis-Ferdinand Céline, uno de sus novelistas más potentes. Arcadi Espada daba ayer su punto de vista sobre la cuestión:

"Tras arduas deliberaciones consigo mismo el ministro de Cultura francés, un Mitterrand, ha decidido que no conmemorará no sé qué aniversario de Céline. La razón que ha dado es su insoportable antisemitismo. No me interesa ahora el debate sobre el genio y sus opiniones. La legitimidad intelectual de distinguir entre significante y significado. Si el antisemitismo que se le achaca forma parte de la obra que hay que celebrar o de la vida que conviene despreciar. Todo eso que nunca se plantea cuando se celebra a Neruda y su oda a Stalin. Lo interesante y reprobable es el sentido que adquiere la conmemoración en nuestra época, se trate de un aniversario o de un monumento público. La conmemoración se entiende no como recuerdo, sino como masaje. La evidencia de que el aniversario de un Céline debería ser la ocasión preciada de discutirlo no se tiene en cuenta. Los programadores culturales no dan opción: o el agasajo ruborizante o la 'damnatio memoriae' romana. El mundo mermelado de la memoria histórica".

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