Fuente | Un respeto a las canas
El fogón de uno de los más grandes chefs de la Historia de la cocina mundial se apaga para siempre. Santi Santamaria deja (un poco) huérfano al universo culinario (mucho) antes de lo debido. Quedan sus restaurantes: más estrellas (Michelín) que en el cielo. Y queda la literatura: por ejemplo, Pau Arenós, en El Periódico de Catalunya:
"La muerte viste de épica y belleza una vida. La cocina de Santamaria y el lugar del cocinero en el mundo quedan ligados a la súbita desaparición. El análisis, contaminado por lo luctuoso. Una muerte a los 53 años es de lamentar. Mujer, hijos, amigos, los equipos, ya desamparados: hay que escribir con respeto por ellos, por el dolor. Contener las palabras sobre alguien que se desbordó muchas veces.
Llaman de la revista norteamericana Time para preguntar ¿qué ha representado Santi Santamaria para la cocina española?
Para la creativa, para la vanguardista, para la tecnoemocional, poca cosa. Fue beligerante contra los paladines de esa tendencia, encabezada por Ferran Adrià: escribió aquel manifiesto titulado La cocina al desnudo. Fueron días de desesperación. No entendían los chefs cómo alguien de los suyos les buscaba la ruina. Entre las llamadas cruzadas de anoche, un cocinero reputado recordaba que las hemerotecas e internet son el invernadero en el que se conservan frescas las frases con pinchos y otras, las que soltó en Madrid Fusión en el 2007 ('sin una buena defecación no hay gran cocina') o las del blog. En la primavera del 2008 hubo riesgo de descrédito internacional, de deserciones en los restaurantes de los turistas, temerosos de un envenenamiento por aditivos. Oh, paradoja, la controversia acrecentó el prestigio de Santamaria en el extranjero. Les hacía gracia a los periodistas, sobre todo a los franceses e italianos, que el matador hubiese vuelto la espada, o el cuchillo, contra la cuadrilla. ¿Por qué aquel libro? El de Sant Celoni buscaba su espacio. Ser, estar.
Para la cocina clásica y sus representaciones, Santi es un personaje fundamental, diestro en su arte: la gestión de la sala, el repertorio palaciego, el 'terroir' vestido de lujo, el chef como gurmet, un registro post 'nouvelle cuisine' punteado por los productos del territorio y otros ajenos, suntuarios. Y supo ver el talento de los jóvenes chefs.
La muerte es una goma de borrar. La muerte es también un velo. Los ojos tapados y la boca abierta para los elogios. Todo ha sido olvidado. Pronto alguien organizará un premio en su honor".
Fuente | YouTube EFE / Europa Press
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