Fuente | ¿Es posible?
El crítico extremeño José Luis García Martín abre sus 'ventanas de papel' de ABC Cultural a dos de los libros fundamentales de la 'rentrée' de 2011: los de Gimferrer y Marsé. Con su mala baba habitual, y arrogándose -de manera pretenciosa- la voz colectiva de los lectores, desprecia la altura literaria que jamás podrá alcanzar él como creador. Conviene tenerlo en cuenta, en todo caso:
"Dijo una vez un político que no hay que confundir opinión pública con opinión publicada. Así es, al menos en literatura. Cada vez resulta más frecuente el aplauso unánime de la crítica y el unánime desdén de los lectores (no de los compradores). Dos ejemplos recientes: Rapsodia, de Gimferrer, y Caligrafía de los sueños, de Marsé. 'Escrito en seis días' se anuncia uno, con circense fanfarria; 'La primera novela después del Cervantes', el otro. Tras ripiosos tumbos entre modernismo y postismo, vuelve Gimferrer a reescribir sus versos de hace cuarenta años: lo que entonces deslumbraba, por contraste con la grisura realista, ahora parece envejecida quincallería, aunque no deje de sorprender alguna imagen, pronto difuminada en el automatismo del conjunto. Caligrafía de los sueños suena tan a Marsé que ni siquiera necesitaría haberla escrito Marsé. Se equivoca quien piense que son malos libros. Son solo prescindibles, cansinas vueltas de tuerca. Tan consabidos que quien conoce su obra anterior podría, no ya reseñarlos, sino dar conferencias sobre ellos sin haberlos leído. El poema 'más que a significar aspira a ser' afirman Gimferrer y tantos teóricos de la literatura. Pero nada más fácil que un poema que 'es' y 'nada significa': cualquiera escrito en una lengua que ignoramos. Deleitarse con la musicalidad de sus significantes supondría así la culminación del placer estético.
Barcelona, años cuarenta, un tranvía lleno, un viajero que se dirige a un orondo sacerdote afirmando que nunca será 'siervo de una Iglesia que pasea al centinela de Occidente bajo palio'. En una serie de televisión, cambiaríamos de canal. En una fantasía autobiográfica de Marsé, por cortesía seguimos leyendo. Con cierto nombre, y la adecuada promoción, se puede vender cualquier cosa sin que falten reseñistas que disfracen de crítica literaria los ditirambos publicitarios. Pero no hay que alarmarse: la opinión pública no siempre coincide con la publicada".
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