Dejó escrito el filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila que "los pecados que escandalizan al público son menos graves que los que tolera", y nada resume mejor el tema del día: el ejercicio del humor, en particular, y de la libertad de expresión, en general, y sus (nefastas) consecuencias en nuestra península histérica. La red continúa invadida por centenares de escritos de las más variados pelajes a cuenta de la (in)disimulada censura practicada por los medios españoles y el retroceso que ello supone respecto a los (saludables) hábitos de nuestros más cercanos competidores en libertades. De lo mejor que se puede leer es el post de Henrqiue Lage en 'El zoom erótico', que comienza con Gila y termina, cómo no, con Vigalondo. Buen momento, en cualquier caso, para refrescar la memoria (anti)bélica -en todos los sentidos- con el mejor monologuista de la Historia del humor español, que no necesitó el cobijo de ningún club de la comedia para engrandecer un género que cualquiera se atreve a banalizar hoy en día.
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