3 feb 2011

Ay, las 'dictaduras amigas'


Se escandaliza Ignacio Ramonet en Mémoire des luttes -y podemos leerlo gracias a la traducción de Rebelión- ante el bandazo que han dado los medios de comunicación tras las presentes revueltas populares del mundo árabe y, sobre todo, ante su sagaz descubrimiento:

"¿Una dictadura en Túnez? ¿En Egipto una dictadura? Viendo a los medios relamerse con la palabra 'dictadura' aplicada al Túnez de Ben Alí y al Egipto de Mubarak, los franceses han debido de preguntarse si han entendido o han leído bien. ¿No habían insistido durante decenios esos mismos medios y esos mismos periodistas en que esos dos 'países amigos' eran 'Estados moderados'? ¿La horrible palabra 'dictadura' no estaba exclusivamente reservada en el mundo árabe musulmán (después de la destrucción de la 'espantosa tiranía' de Saddam Hussein en Irak) solo al régimen Iraní? ¿Cómo? ¿Había entonces otras dictaduras en la región? Y ¿nos lo habrían ocultado los medios de nuestra ejemplar democracia? He aquí, en todo caso, un primer abrir de ojos que debemos al rebelde pueblo tunecino. Su prodigiosa victoria ha liberado a los europeos de la 'retórica hipócrita y de ocultamiento' en vigor en nuestras cancillerías y en nuestros medios. Obligados a quitarse la careta, simulan descubrir lo que sabíamos desde hace rato (1), que las 'dictaduras amigas' no son más que eso: regímenes de opresión. Sobre el asunto, los medios no han hecho otra cosa que seguir la 'línea oficial': cerrar los ojos o mirar hacia otro lado confirmando la idea de que la prensa no es libre salvo en relación con los débiles y la gente aislada. ¿Acaso Nicolas Sarkozy no ha tenido el aplomo de asegurar que en Túnez 'había una desesperanza, un sufrimiento, un sentimiento de ahogo que hay que reconocer que no habíamos apreciado en su justa medida', con respecto al sistema mafioso del clan Ben Alí-Trabelsi?

'No habíamos apreciado en su justa medida...' En 23 años... A pesar de contar allí con servicios diplomáticos más prolíficos que los de cualquier otro país... A pesar de la colaboración en todos los sectores de la seguridad (policía, gendarmería, inteligencia...) (2). A pesar de las estancias regulares de altos responsables políticos y mediáticos que establecían allí desacomplejadamente sus lugares de veraneo... Pese a la existencia en Francia de dirigentes exiliados de la oposición tunecina, mantenidos como apestados al margen por las autoridades francesas y de acceso prohibido durante decenios a los grandes medios... Democracia ruinos...

En realidad esos regímenes autoritarios han sido (y siguen siendo) complacientemente protegidos por las democracias europeas, despreciando sus propios valores, con el pretexto de que constituyen baluartes contra el islamismo radical (3). El mismo cínico argumento usado por Occidente durante la Guerra Fría, para apoyar dictaduras militares en Europa (España, Portugal, Grecia, Turquía) y en América Latina pretendiendo impedir la llegada del comunismo al poder.

¡Qué formidable lección dan las sociedades árabes revolucionarias a los que en Europa los describían con términos maniqueos, es decir, como masas dóciles sometidas a sátrapas orientales corruptos o como muchedumbres histéricas poseídas por el fanatismo religioso! Y he aquí que de repente surgen, en las pantallas de nuestros ordenadores o de nuestros televisores (cf.: el admirable trabajo de Al-Jazeera) preocupadas por el progreso social, nada obsesionadas por la cuestión religiosa, sedientas de libertad, sobrepasadas por la corrupción, detestando las desigualdades y reclamando democracia para todos, sin exclusiones.

Lejos de las caricaturas binarias, estos pueblos no constituyen en modo alguno una especie de 'excepción árabe' sino que se asemejan en sus aspiraciones políticas al resto de las ilustradas sociedades urbanas modernas [...].

El hundimiento de la dictadura tunecina ha sido tan veloz que los demás pueblos magrebíes y árabes han llegado a la conclusión de que esas autocracias -las más viejas del mundo- estaban en realidad profundamente corroídas y no eran por lo tanto más que 'tigres de papel'. Esta demostración se ha verificado también en Egipto.

De allí este impresionante levantamiento de los pueblos árabes, que lleva a pensar inevitablemente en el gran florecimiento de las revoluciones europeas de 1848, en Jordania, en Yemen, en Argelia, en Siria, en Arabia Saudí, en Sudán y también en Marruecos.

Notas

(1) Leer, por ejemplo de Jacqueline Boucher 'La société tunisienne privée de parole' y de Ignacio Ramonet 'Main de fer en Tunisie', Le Monde diplomatique, de febrero de 1996 y de julio de 1996 respectivamente.

(2) Cuando Mohamed Bouazizi se inmoló incendiandose el 17 de diciembre de 2010, cuando la insurrección ganaba a todo el país y decenas de tunecinos rebeldes continuaban cayendo bajo las balas de la represión benalista, al alcalde de París Bertrand Delanoé y a la ministra de relaciones exteriores Michèle Alliot-Marie les parecía absolutamente normal ir a festejar alegremente la Nochebuena o la Nochevieja en Túnez.

(3) Al mismo tiempo, Washington y sus aliados europeos, sin aparentemente medir las contradicciones, apoyan al régimen teocrático y tiránico de Arabia Saudita, principal hogar oficial del islamismo más oscurantista y más expansionista".

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