1 feb 2011

Las lecciones del 'Veneno'

Lo que sigue es un acto de amor:

"Cuánto hemos aprendido con él. Cuánta sabiduría de andar por casa que es la que le salva a uno de puertas para adentro de uno mismo y la que importa para moverse por la vida sin zozobrar demasiadas veces. Escucharle es como escuchar a la calle y que te diga... Y él dice y ha dicho muchas cosas. Dice muchas cosas sensatas, hermosas, divertidas y locas que yo me apunto en mi libreta de papel de estraza con un lápiz grueso para que no se me borre...

Hay cosas que te enseñan en la universidad y otras, muchas más, las esenciales, que las aprendes de la gente, de gente como él, que es muy de la gente y habla como la gente sólo que con más gracia y poesía que la mayor parte de las personas... Y al mismo tiempo, con una sencillez que es la de todos los días...

Como cuando te explica que el desamor no es otra cosa que echar de menos una cama revuelta, ese zumito de naranja en la cocina, el crujir de unas tostadas, unas revistas abiertas, los besos bajo el agua de la alcachofa e incluso esos pelos en la ducha... Y cuando dejas de querer, cuando te dejan de querer te sientas en la cama y te sientes como si tu guitarra hubiese dejado de sonar, como si tuvieras seis pájaros en mano pero ninguno de ellos vuela.

Y se te llenan de telarañas las costuras de la cama... y te das cuenta de que echas de menos lo que antes echabas de más... Y hablando de más y menos: ¿se puede decir más con menos?

Él es el poeta de las frases pequeñas que te crecen por dentro como una planta de marihuana, que tiene aroma y te coloca... El tío que dice cosas como sin pensar que son las que va silbando la brisa del mar... Cuánto nos han enseñado a vivir, a querer, a desquerer, sus letras, sus poemas...

Nos han enseñado que hay que llevar roto el sombrero para que los rayos entren en tu cabeza. Y que cuando algo te quema por dentro no hay mejor remedio que el abanico de cristal del suave viento, que es gratis y es fresco.

Nos ha enseñado a no pedirle mucho a la vida. Sólo que te dejen hablar sin cambiar la voz, caminar sin muletas, hacer el amor sin pedir permiso, escribir en un papel sin raya. O si esto parece demasiado, que te dejen escribir sin tener que cambiar la voz, caminar sin rayas, hablar sin que haya que pedir permiso y a hacer el amor sin muletas... O bien si esto aún parece demasiado, que te dejen hacer el amor sin cambiar la voz, que te permitan escribir sin muletas, caminar sin que haya que pedir permiso, hablar sin rayas...

Nos ha enseñado que la vida no vale un duro si no eres capaz de darte cuenta de lo que merece la pena y que el mundo es una tontería si vas dejando que se escape lo que más querías...

Y nos ha enseñado a no hacer caso de las voces que hablan de lo que no conocen y a hablarle a la gente de las cosas que sólo tú sientes y a no arrepentirse de llevar en la cara lo que piensas. Yo trato de hacerle caso a su voz porque creo que algo sabe y conoce y porque hay frases suyas que son para mí un firmamento, un firmamento de luces que te iluminan, un firmamento que firmo, confirmo y reafirmo... Y por encima de todas ellas, éstas: que hay que enamorarse de la vida, aunque a veces duela... Que si tengo frío, busco candela... Y que la vida se pasa volando y tú vas y vienes pero al menos en ese camino, te entretienes...".

Lo que has leído es un acto de amor -firmado por Javier Gallego- al arte (literario y musical) de Kiko Veneno, trenzado con retales de estrofas y estribillos del cantaor pop de Figueres, aquel por el que, desde hace muchos años, despreciamos los antídotos para determinados tósigos.

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